
Desde que me toqué la primera vez, supe que no iba a durar mucho… Mi clítoris estaba tan sensible, tan hambriento de atención, que con cada roce me hacía estremecer. Me acaricié suave, despacito… hasta que el calor subió por todo mi cuerpo. No había vuelta atrás. Mis piernas temblaban y mi respiración se cortaba. Y cuando ya no pude más… exploté en un orgasmo rico, intenso, mojado. Sí, fue delicioso. Y tú estás a punto de verlo todo, desde bien cerquita