

Este live no es actuación ni drama: es mi testimonio de opresión espiritual real. Durante la transmisión esa presencia habló a través de mí, confesó de dónde venía y en dónde la agarré. No eran solo mis palabras: un demonio dentro de mí, aterrado de perder su “casa”, me usó para decir groserías, veneno y gritos. Aquí no hay filtros ni máscaras: lloré, grité y confesé todo lo que pasó, mostrando la crudeza de la tormenta espiritual que viví. Este video es la evidencia de ese momento. Si te resuena, bienvenido/a. Si no, también. Esto no es un lado humano: es la verdad de una opresión espiritual.